¿A qué huele la Ciudad de México?
Quienes conocen la ciudad podrían dar una respuesta fácil y rápida, pero nos la vamos a ahorrar 😅 y hacer un post con mucho cariño oliendo más allá de lo básico. ¡Espero que os guste y os huela bien!
Una llega a la Ciudad de México y todo abruma, haciéndote sentir chiquita; y a la vez tan grande por tener la suerte de habitar de manera temporal esta increíble urbe.
Estos días, de vuelta en la CDMX, pensaba que los olores de esta ciudad son incomparables. También recuerdo el olor de Londres en mis años de vida allí, pero no eran tanto sus calles como su transporte público, sobre todo los autobuses. Sin embargo, los cientos de puestos de comida y las pequeñas cocinitas ambulantes que tienen conquistadas las calles de la Ciudad de México, desde casi el amanecer, abruman los sentidos olfativos para quienes no estamos acostumbradas.
Aquí los olores se entrelazan con el caminar; olores vibrantes y arrolladores para quienes estamos solo de pasada y, sin embargo, te los llevas muy dentro para el recuerdo. El olor de la Ciudad de México, siempre única y cambiante, fue característico desde mi primera visita, reconocible desde la segunda e incomparable en esta tercera.
Al amanecer, en las primeras horas en las que la ciudad se despierta, las calles huelen a humedad, a café recién hecho, a pan dulce recién horneado, a tamales humeantes que cocina la señora en cualquier esquina. Puede que camine aún medio dormida, fruto del dichoso jet lag y del cansancio, pero esa sinfonía olfativa despierta y me abre el resto de sentidos.
A media mañana, la calles ya vibran y acogen a las miles de personas que van de aquí para allá. La Ciudad de México continúa cocinando a fuego lento esos aromas tan propios. Tan lento como se cocinan las cosas ricas, las caricias, el buen gusto, los recuerdos.
Respiras y los aromas infinitos, la polución incluida, te arrolla las vías respiratorias de principio a fin. Los puestos muestras colocaditas las frutas tropicales, esas con las que yo solo puedo soñar, sin atreverme nunca a agarrar una de la calle por miedo a que el aroma cambia y tenga que pasar el día en el baño 😅.
La dulzura del aire frutal se entremezcla con el olor a tacos del pastor, a los elotes, a las carnitas con sus especias, a lima o a limón —da igual el nombre que le demos en España o en México—, la piña y el carbón, los churros recién fritos.
Pero si a algo huele la Ciudad de México es a tráfico, a asfalto, a contaminación. Un olor inconfundible que emerge y se mezcla con los tubos de escape de los autos y el bullicio del tráfico. Es un aroma denso que se entrelaza con la humedad del aire, o con el calor del sol, volviéndolo un olor casi metálico.
Y para que ese olor no te mate el amor por esta ciudad, siempre puedes irte al Parque México y sentarte en el Audiorama debajo de una de sus seoripul wondumak, o sombrillas coreanas. Allí huele a incienso y se respira paz; algo que parece también poder encontrarse en la Ciudad de México pese a su mala fama. ¡A mí me encanta!
Con 💖. Si te resuena, deja un comentario 👇🏽. O en cualquier caso, déjalo igual 😅.
Me encantó tu texto, me lo anunciaste en vivo cuando viniste y no sé por qué apenas lo leo. Pero quiso el destino que lo hiciera ahora porque justo traigo en el pensamiento que extraño a mi bebé monstruoso (y mira que estoy en un lugar lindo).
Yo alguna vez le escribí una prosita a la ciudad, te la comparto:
https://open.substack.com/pub/geeknifer/p/el-artista-de-2021-no-tiene-nombre?r=aa1ma&utm_medium=ios
Precioso.