Después de un fin de semana de retiro creativo, ¿cómo hace una para volver a la realidad?
Yo no lo sé, pero voy en el tren de vuelta a Madrid y no podía dejar de pensar en escribir 😅.
Después de un fin de semana de retiro creativo, ¿cómo hace una para volver a la realidad? Al trabajo que paga las facturas, a un piso de alquiler de sesenta metros cuadrados y cincuenta grados centígrados en pleno Madrid, a comer cuando quieres y no ver al Hermano Ángel pulular en chándal y gafas de sol a medianoche por los alrededores del Colegio Mayor de los Maristas de Lardero.
Decidme, ¿cómo vuelve una a esa realidad en la que no están tus compañeros ni el Maestro Adolfo sacando lo mejor de ti como escritora, a pesar de estar en un Taller del mal?
Yo no lo sé.
Voy en el tren de vuelta a la capital. Dos chicas de Valladolid —lo sé porque me han preguntado si parábamos ahí, a pesar de haber entrado con su billete correspondiente al andén— duermen frente a mí, pegando cabezazos de un lado para otro. Yo no puedo evitar mirarlas mientras pienso qué escribir, y escribo, porque vamos en esos asientos que son un fastidio, con una mesita en medio. También vine en un asiento así, pero a la idea venía trabajando, viviendo mi vida anterior, en esa que el trabajo paga las facturas, me da para ahorrar y vivir un poquito, pero me roba horas de creatividad y disfrute de escritura. Ahora que he experimentado lo que es dedicarse dos días a crear y escribir, ya no vuelvo igual. Aunque vaya en los mismos asientos enfrentados, porque justo así es como me siento.
Toda persona a la que le guste escribir, ya sea de forma personal o profesional, debería vivir un retiro creativo; si es salvaje como ha sido el nuestro, mucho mejor. Ojo, avisados y avisadas quedáis: no volveréis siendo las mismas personas, ni escribiendo igual.
Por qué vivir un retiro creativo
O de una semana, por supuesto. Cuanto más tiempo, mejor.
Estas son las razones por las que yo recomendaría una experiencia de estas características, donde te forzarán a escribir, donde te van a incomodar las críticas y comentarios de tus textos, donde a ratos te sentirás muy pequeña, pero volverás siendo más grande en tu camino literario, reconociéndote todo lo que se puede seguir aprendiendo.
El cambio de entorno alimenta la creatividad: sobre todo si, además, el retiro se hace en un paraje natural como el que visitamos nosotros. Anduvimos unas horas por el Hayedo de San Miguel de la Cogolla, en La Rioja. Simplemente espectacular. Y es que salir de nuestro espacio habitual reactiva la creatividad, eso es así. No sé si hay estudios que lo confirmen, pero las pruebas las llevo en mi cuaderno, en los textos escritos de este fin de semana. Todo ello, quizá, mañana se convierta en materia prima para nuevas ideas, pero, de momento, ya son recuerdos que guardo en el corazón con gran cariño.
Un fin de semana dedicado casi, en exclusiva, a escribir, pero sobre todo a vivir la experiencia junto a otras personas que escriben: pongo entre comas esos matices porque, por suerte, este retiro no ha sido solo eso. Hemos vivido, que es lo más importante, alejando una vez más esa imagen estúpida de los escritores y escritoras de antaño, introvertidos, drogadictos, enfermos mentales, casi. Puede que seamos todos un poquito extraños en el buen sentido de la palabra, también a ratos introvertidos para recargar energías, y puede que también nos guste un poquito el vino, la cerveza, las copitas, pero, desde luego, vivimos hacia fuera para poder crear dentro y compartir. Sin vivir no se puede escribir, y sin socializar tampoco. Aquí hemos hecho de todo.
Salir de la zona de confort: en mi caso, el hecho de haber elegido el Taller del mar, con Adolfo Gilaberte, de entre los dos talleres disponibles, y no el ‘El yo inesperado’ con Fernanda García Lao, ya me trajo al Retiro Salvaje con una mochilita de incomodidad, además del de venir sola sin conocer a nadie. Yo nunca había escrito del mal, ni creado personajes tan malignos, pero quería probar, lo que me lleva al siguiente punto.
Descubrir tus debilidades y lidiar con ellas: al no estar acostumbrada a trabajar bajo premisas que me incomodan de esa manera, ni con un tiempo o longitud establecido, los ejercicios me han puesto bajo las cuerdas. Resolver un crimen con pistas por las instalaciones y armar una historia a contrarreloj, o analizar textos de compañeros con conocimiento de causa, de manera constructiva, te bajan al suelo y te hacen ver tus debilidades. Como ya he dicho antes, no me gusta escribir relato corto, ni leerlo. Además, los ejercicios, al rodear el mal del ser humano, ya me hacían escribir sobre cosas o situaciones distintas a lo que estoy acostumbrada. Todo ello te da pistas de algunas de tus debilidades, y eso está bien; también viendo los textos de tus compañeros, y la enorme cantidad de talento que tenemos alrededor, también te ponen en tu sitio de humildad.
Recuperar la pasión, la motivación y el compromiso: La convivencia con otras mentes creativas, la energía colectiva y el hecho de dedicarse a escribir y leer durante dos días seguidos hacen que vuelvas a casa renovada, llena de ideas, textos que retocar y muchas ganas por seguir dando pasos en este camino, sacando tiempo de donde no lo tengo —como hice cuando en 2023 y 2024 escribí la novela, y volveré a hacer ahora mientras la editamos para publicar.
Formar una comunidad de apoyo: En este retiro he tenido el placer de conocer a otras personas que también escriben, con inquietudes similares, con caminos paralelos, más avanzados también. Esto da lugar a amistades, y una red de apoyo y colaboración que seguramente perduren después de este retiro. ¡Espero! Además, compartirlo con personas de diferentes generaciones es enriquecedor por partido doble.
Podría seguir escribiendo durante las horas que me quedan de trayecto hasta Chamartín, pero también estoy cansada y tengo que asimilar todo lo absorbido este fin de semana. No sin antes hacer un agradecimiento público a Coleman Ediciones, organizador de este I Retiro Salvaje Lardero 2025, y a las que lo han hecho posible cuidándonos al máximo y haciendo que todo fuera de diez: Ana y Carmen; a mis compañeros directos en el taller y a los indirectos durante todo el fin de semana. Gracias por hacer de este fin de semana algo que no olvidaré y a lo que ya me he engachado. ¡Estoy esperando el siguiente!
@Norka no esperé ni medio día para contar un poco de mi retiro creativo 😆
Qué maravilla