El corazón roto
El 29 de julio es el Día Internacional del mal de amores, algo por lo que todos hemos pasado en algún momento... Gracias Natalia por hablar de este día, que me ha inspirado para este relato 🙏🏽.
—Hola, buenos días. Quería hablar con el doctor. —Al hombre se le notaba nervioso—.
—Sí, un segundo. Le paso. —Tras unos segundos se oyó cómo otra persona se dirigía a coger el teléfono.
—Hola, buenos días, Ramón. ¿Cómo está? Le estábamos esperando —saludó el doctor al otro lado.
—Hola… vaya —titubeó. —No estaba seguro de si tenía que llamar a este número. —Lo había encontrado en un post-it en la cocina nada más despedir a Julia. Acaban de romper.
—Sí, no se preocupe, su caso ya lo conocemos. Es bastante típico. —«Será para usted, que no está cómo yo», pensó Ramón. El doctor continuó hablando—. Vamos a darle las pautas y nos veremos en, déjeme confirmarlo… sí, nos veremos en 3 años y 2 meses. Concretamente el 10 de abril de 2027.
—Pero ¿cómo? —preguntó sorprendido. No tenía ni idea de qué le hablaba. —¿No van a verme ahora, en estos días, que es cuando lo necesito? Estoy fatal. Mi corazón está roto —insistió.
—Lo entiendo, Ramón. Créame que lo entiendo, pero el proceso es el que es. Usted cree que necesita el corazón nuevo para seguir viviendo; pero no funciona así. Si directamente le cambiamos su corazón roto por otro nuevo el resultado dentro de unos años será el mismo. Estará usted como ahora, pero con unos años más a sus espaldas.—«Pero ¿qué dice este señor?». Ramón no cabía en su asombro, preguntándose cómo eso le iba a dejar para afrontar las próximas semanas, y meses. Quién sabe si años...
El doctor debió leerle el pensamiento, o quizá no era el primero que hacía esas preguntas, porque en su siguiente intervención dejó claro todos los motivos de por qué el proceso era como era, y no de ninguna otra manera.
—Mire, Ramón, usted ahora mismo no necesita un corazón nuevo. Usted cree que lo tiene roto, y roto está, sí; pero no podemos cambiárselo así como así. Primero tiene usted que rehabilitarlo. El corazón se rompe cuando dejamos de cuidarlo y lo ponemos en manos ajenas. Su corazón estaba sano cuando conoció a Julia, pero en estos años usted dejó de hacer las cosas que le gustaban con sus amigos, dejó de visitar a su madre, de pasar tiempo con su hermana. Renegó cada vez que su padre le invitó a ir a pescar juntos. En el trabajo ha tenido suerte. Su puesto pasa tan desapercibido que ahí sigue a pesar de que no aporta mucho desde hace tiempo. Pero si hubiera cuidado su corazón —siguió tras tomar una bocanada de aire como diciendo «prepárese, aquí viene lo que duele…más»— ahora estaría dirigiendo al equipo en el que está y cobrando un 40% más. Eso le hubiera permitido irse a vivir donde siempre quiso y ser más feliz. Pero su único afán ha sido darle el gusto a la tal Julia. Y mírese ahora. Si se mira al espejo, sin entrar más allá, ¿se reconoce? —Un silencio. —Me lo imaginaba. Así que no, Ramón, el corazón curado le llegará por correo certificado exactamente dentro de 3 años y 2 meses, cuando estimamos que habrá tenido tiempo para reponerse, pensar en cómo va a tratar al siguiente órgano y si está preparado emocionalmente para volver a enamorarse usando algo más que el corazón.
Hablaron unos minutos más, pero a Ramón le quedó todo claro como el agua.
Doce meses y cuatro días después alguien llamó al timbre de su casa. Era una repartidora con un paquete. Su corazón se había adelantado, fruto de su esfuerzo y compromiso consigo mismo. La mujer que se lo entregó esperó hasta que lo abrió. Debía asegurarse de que estaba en buen estado.
Al abrirlo, un halo de luz los inundó a ambos. Al mirarse, los dos supieron que el corazón venía listo para usar.
Joder, nací un 29 de julio
Me encanto el relato