La batalla de la hoja en blanco
Esta batalla quizá resuene en muchos otros escritores y escritoras que, como yo, necesitan renovar cuadernos y enfrentarse a las páginas en blanco. ¡Disfrutad la batalla! 🤼📝
Este cuaderno se ha convertido en la peor pesadilla de una escritora. No se termina nunca. Cuando parece que escribes y escribes, llenas páginas, salen más para rellenar. Tú ya solo quieres cambiar de cuaderno, ¡lo necesitas!
Es hora de empezar una nueva etapa creativa, y para eso necesitas cerrar este cuaderno, lleno, completo, y empezar otro. Pero no, no se termina nunca.
Le queda cuatro páginas y media. Me pregunto: ¿merece la pena seguir luchando por escribirlas o sería mejor darlo por terminado y empezar ya otro nuevo? Pero y si empiezo otro y me pasa igual, solo por haber dejado este sin escribir hasta la última página. ¿Y si no paso de la primera página porque empiezan a salir páginas en blanco, y más páginas para escribir?
Me doy cuenta de que esto son solo pensamientos tontos que estoy escribiendo en el cuaderno para rellenar espacio y terminar el cuaderno. Sin embargo, pienso que esto quizá refleje muy bien el síndrome de la hoja en blanco que sufren muchos escritores, o sufrimos, por incluirme también en este gremio.
Ves la hoja en blanco y enfrente, ahí metiditos, están tus fantasmas dispuestos a batallar ante ti y alejarte de conseguir tu misión: escribir esa página en blanco con palabras. Entonces tú dices:
¡A la conquista de la página en blanco!
Es como una guerra de esas antiguas: a un lado las cientos de páginas en blanco, puras y limpias, sin querer que las manches de tinta. Al otro; tú, con tu bolígrafo en mano como arma mayor, tus ideas y tus pensamientos al otro lado, y tu armadura de disciplina y tenacidad.
Allá van los batallones firmes y dispuestos a enfrentarse cara a cara. ¿Quién ganará? Puedes oír como se retransmite la batalla en tu mente, como si fuera un partido de fútbol: ¿la hoja en blanco o la escritora? ¡Hagan sus apuestas!
Ésta se aproxima valiente al batallón contrincante, descapucha el bolígrafo azul, lo dirige con puntería a la hoja en blanco, deja que la primera idea lidere el golpe y ¡zas! Ahí comienza a ganar terreno. La hoja en blanco pierde espacio en el campo de batalla, cada vez se ve más debilitada, conquistada por más y más líneas escritas con tinta azul que inunda el que antes era su territorio.
La escritora llega al final de la primera página, se aproxima al punto final. Levanta la cabeza, mira con sorna a la hoja en blanco y ¡pasa página! Delante solo queda la tapa de la contraportada del cuaderno.
La batalla ha terminado, el cuaderno también.
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No hay que temer a la hoja en blanco, pero resulta difícil sentarse sin tener algo ya en mente. Aunque a priori parezca una idea tonta. Gabriel García Márquez decía que no nos sentásemos a escribir sin saber de principio a fin cómo sucede la historia.
Creo que las hojas en blanco son aliadas y nos prestan su espacio para contar aquello que llevamos dentro ☺️🤗
Un abrazo, Cristina.