No te conozco y sin embargo nos parecemos mucho
Durii Editorial ha dado vida a una iniciativa de envío de cartas que me está encantando, y en vez de responder solo a Javier y Ana —quien las envían—, las comparto aquí con toda la comunidad 🫶.
Es cierto, no te conozco y tú no me conoces, pero no me cabe duda de que somos más parecidas de lo que creemos. También tú amas la literatura, escribes y percibes la vida, digamos, de manera especial.
«Amplificada», dice Javier.
Yo no sé si la calificaría así, aunque quizá mis amigas la definirían, refiriéndose a mí, «intensificada», que para el caso es casi lo mismo, ¿no? 😅.
Al lío, que nos vamos por las ramas.
Dice Javier en su Carta 1 que, nos guste o no, esta realidad amplificada en la que vivimos, pero al fin y al cabo real, nos toca las emociones. Esto, precisamente, es algo que cada vez más me toca no solo las emociones, sino también la moral.
No sé si será el hecho de estar escribiendo más —aquí, en mi cuaderno diario, la novela durante un año, etc.—, pero siento mayor hastío con(tra) la sociedad en general. No entiendo su comportamiento, su aparente falta de principios y valores, su postureo extremo, su foco en lo que no importa y la falta de él en lo que importa. ¿Os pasa?
¿Será que estoy entrando en esa etapa de la vida en la que al sumar años una se vuelve más cascarrabias? 🤔
No pretendo encontrar respuestas aquí, ni lanzar demasiadas preguntas, que ya tenemos bastante cada una con las nuestras. Pero aquí las dejo 😅 y paso al siguiente tema que trata Javier en su primera carta y que también me toca de cerca.
Menciona algo que aquí, en esta comunidad, hablamos sin parar: el síndrome de la impostora y las dudas relacionadas con sentirse o ser escritoras. También aplica para vosotros, chicos.
Pero, ¡tranqui todo el mundo! Por lo visto pasa en las mejores casas.
Él, editor, escritor, aconseja (consejos vendo que pá mí no tengo 😆) quitarse el miedo. Aunque reconoce pasarse el día cuestionando su arte, sus habilidades, y todo lo que escribe.
¿Os suena? Sí, ya sé: el pan nuestro de cada día.
Como veis no estamos solas y, aunque a veces parece que recorremos un camino solitario, todas andamos el mismo camino, lleno de dudas e inseguridades.
Inseguridades que cada vez tengo más claro que solo se irán pasando por encima de ellas, aplastándolas. Nos creamos capaces o no. Solo haciéndolo, pisando las dudas, conseguiremos llegar donde queremos, mirando atrás solo para recordar lo aprendido.
Si dudas en si eres escritora: ¡lo eres!
Si dudas en si vales: ¡vales! (Aplica para todo).
Si dudas en si lo conseguirás: ¡da tu mejor versión por el camino!
Si dudas en mandar tu manuscrito a la editorial, bueno, ahí quizá te diga que te lo pienses dos veces antes de hacerlo y te hagas algunas preguntas honestamente.
¿Crees que no hay nada más que puedas hacer por ese manuscrito? Entonces prueba a enviarlo.
Si vas a una librería y abres cualquier novela al azar, del mismo género que la tuya, ¿crees que la calidad que muestra esa escritura —ya no hablo de la historia— es, al menos, igual que la de tu manuscrito? Entonces si lo tienes pulido ya al cien por cien, sigue apostando por enviarla a editoriales, autopublicar, coeditar; lo que quieras.
¿Alguien con experiencia literaria y editorial, que no sean tus lectores beta, que suelen ser familiares, amigos y conocidos, te ha dicho que ese manuscrito ya está a punto para publicar? Lo dicho: ¡sigue trabajando esas propuestas editoriales para conseguir verlo en las estanterías de las librerías!
En mi caso, a pesar de la invitación de Javier y Ana en su carta1 para enviarlo a la editorial, y de haber rechazado dos propuestas de coedición, he decidido no continuar enviando Los quereres de Lola a mis editoriales soñadas.
Podría seguir haciendo preguntas, pero creo que sabéis por dónde voy; y voy a dar una respuesta a una pregunta de
, quien me decía si, quizá, el hecho de haber decidido dar un paso atrás con Los quereres de Lola y posponer el envío a editoriales no escondía un poco de autosabotaje por mi parte.¡Ay amigo, cómo nos conocemos todos por aquí, eh! 😆
Sí, la respuesta primera sería sí: miedo, autosabotaje, falta de confianza, etc. Pero he hecho el trabajo más allá de esa primera capa de autodestrucción que solemos tener ante nuestro trabajo y quiero llegar al final del camino.
Quiero dar otros pasos para que Los quereres de Lola esté como si ya la hubiera publicado una editorial de calidad, es decir: con gran calidad, tras un trabajo mano a mano con un editor, un corrector, etc.. Y para eso necesito una ayuda que no he tenido todavía. Ahora bien, si una editorial me dice «nosotros trabajamos contigo esa edición final y pulimos juntos el manuscrito para publicarlo», entonces aquí estoy a pecho descubierto para trabajar a muerte en el producto final. 😊
Pero como en el mercado editorial actual eso es complicado si no eres una Elísabeth Benavent o Beatriz Serrano, por nombrar dos; yo he apostado por pedir esa ayuda y terminar de aprender con esta primera novela el proceso completo de tener un manuscrito de máxima calidad.
Y cómo no, os iré compartiendo el proceso y lo aprendido por aquí 🌟.
Con 💖. Si te resuena, deja un comentario 👇🏽. O en cualquier caso, déjalo igual 😅.
Las inseguridades también nos pueden hacer avanzar. Soy muy partidaria de crear desde lugares incómodos. Cuando leo a algunos autores (normalmente hombres norteamericanos blancos con estudios de pago) sobre su novela como algo que parece que nació desde la serenidad, el trabajo, el conocimiento y la estrategia, pienso... Así debe crear la persona que tuvo una vida cómoda, pero las escritoras y artistas que me gustan no crean desde ahí, ni falta que hace. Gracias por compartir procesos, me parece muy generoso y creo que muchas pueden verse reflejadas en ti.
¡Muchísimas felicidades y suerte, Cris! Que nuestra charla de café se traduzca alguna vez en un libro que pueda ver (u oler todavía mejor) me dará harto gusto.
Y gracias por, tal vez sin quererlo, devolvernos la esperanza por llamarnos escritores. Un beso.