¿Por qué cambia la amistad entre mujeres en la edad adulta?
Spoiler: no tengo respuestas, solo preguntas 😅. Y probablemente sean las mismas que tú tienes, y por eso te has parado a leer esto.
Llevo mucho tiempo pensando en escribir sobre la amistad entre mujeres. Creo que porque, como todo lo que escribo —y no siempre publico—, escribir me ayuda a entender y comprender mejor; y este tema rechina en mi interior.
Conste en acta que este post refleja mis dudas, lo que veo y siento en general, y no va dirigido a hacer dudar a nadie de mi entorno 😅.
Pero ha llegado el día en el que necesito sentarme a escribir sobre ello, a plasmar preguntas, buscar respuestas y saber si hay más a las que este tema les resuene.
¿Cuándo empiezan los cambios entre las relaciones de amigas?
No tengo la respuesta científica a esta pregunta, solo mi propia experiencia repleta de dudas 😅.
Hace unas semanas leía este post de
, «La transformación no hace ruido», y mucho de lo que comentaba me hizo pensar. Porque, efectivamente, hay momentos en la vida en la que ya no basta con vivir en piloto automático. Cuando te das cuenta de lo desconectada que estabas de tu propio interior y, por consiguiente, mucho de tu exterior era también parte de esa mascarada, pocas cosas pueden quedar igual.Alma de Corredor lo decía más bonito:
«El alma, cansada de tanto disfraz, empieza a reclamar su lugar».
Alma de Corredor
Y en ese despertar personal, una comienza a tener preguntas que antes ni se planteaba. O a sentir cosas que entre tantas risas, copas y bailes, ni siquiera importaban antes. Y está bien, durante mucho tiempo lo estuvo; pero ahora, a mis 42 años y en el proceso de crecimiento y transformación personal en el que me encuentro desde hace ya —y no me canso, ni espero parar pronto—, me rechinan cosas que necesito entender.
Sirva como información importante que siempre me he considerado muy afortunada en la amistad. Fortuna que yo misma he buscado, por supuesto. No es un cliclé eso de que la amistad es como una planta —hay que plantarla, regarla, darle cariño, trasplantarla, etc., etc.—. Yo no soy jardinera, de hecho hace unas semanas tuve que tirar la única planta que tenía en mi piso —la lengua de suegra—, porque la pobre ya no daba para nada. Pero sí considero que llevo toda mi vida cuidando a mis amigas, si no lo mejor posible, al menos lo mejor que sé.
Cuando escuché esta entrevista en el podcast de Mel Robbins —a quien sigo hace años— a
, autora del libro Fighting for Our Friendships: The Science and Art of Conflict and Connection in Women's Relationships, o lo que es lo mismo en español: Luchando por nuestras amistades: La ciencia y el arte del conflicto y la conexión en las relaciones femeninas, supe que había llegado el momento de sentarme a escribir sobre la amistad entre mujeres en la edad adulta, donde, me guste o no, me encuentro 😅.Os dejo el vídeo de la entrevista por si queréis verla, ¡recomendable!
Las referencias que ellas dos hacen en su conversación van en línea con las preguntas y dudas que yo misma tengo, y que estoy segura de que también muchas de vosotras, quizá entre los 35 y 45, os habéis hecho o haciendo ahora mismo.
Tres cosas que las mujeres adultas necesitamos en nuestras amistades
Dice Danielle que las mujeres necesitamos tres cosas en la amistad, y esto aplica para todas las edades.
Spoiler alert: de ahí que, a medida que nos hacemos mayores, algo empiece a fallar.
Igualdad, en el sentido de estar alineadas en la vida, de tener una vida más o menos simétrica 🚩;
apoyo (esto es obvio), e
intimidad, en el sentido de tener la confianza para compartir secretos, problemas, buenas noticias, etc.
Adivinad por dónde empieza a caerse el asunto 😅:
Así es, amigas 🚩. Por eso, cuando vamos cumpliendo años y unas tienen hijos y otras no, a unas les va de muerte en sus carreras profesionales y a otras no tanto, cuando unas tienen pérdidas y otras no, cuando unas se divorcian mientras otras se enamoran, y un sinfín de ejemplos más que podríamos poner, las amistades comienzan a flaquear. Una de esos tres pilares deja la mesa coja. Y ahí comienza el efecto dominó.
Cuando ya no nos sentimos igual de alineadas, en una vida similar como cuando éramos jóvenes y no teníamos que preocuparnos de tanto; cuando una empieza a tener celos de lo bueno que le pasa a la otra —no porque tenga una envidia maligna de mala persona, sino simplemente porque su situación no le permite alegrarse por lo de su amiga si ella tiene otra mierda encima—… ay, amigas, ahí entonces el chicle empieza a estirarse y la distancia entre medias lleva nos siguiente punto.
Una ya no siente el apoyo de la otra; es más, piensa que si ella está pasando por un mal momento o tiene una actitud diferente, llama menos, escribe menos, se preocupa menos de la otra, la amiga tendría que adelantarse y saber qué le ocurre, por qué.
La otra, sin embargo, deja de compartir porque empieza a palpar la tensión entre ambas, o porque las comparte con alguien con quien tiene más afinidad y simetría de vida en esos momentos. También pasa que no es lo mismo compartir chorradas cuando tienes 20 años, o 30, y los problemas son tonterías sin importancia —aunque para ti la tenga en ese momento de tu vida—, que compartir temas serios, serios de verdad.
El caso es que así, las amistades empiezan a enfriarse, y con ello esa intimidad de amigas que creíamos tener. Entonces empiezan las preguntas.
¿Por qué ya no hablamos?, ¿por qué habla con otra y no conmigo?, ¿por qué cuando quedamos no hablamos de nada serio, de nuestros problemas, de temas profundos?
…Y de repente te das cuenta de que lo que antes era un vínculo sólido, fácil, casi automático, ahora requiere esfuerzo. A veces mucho. Porque la amistad en la edad adulta ya no es ese espacio seguro en el que todo fluye sin pensar. Ahora implica elegir. Elegir estar. Elegir seguir conociéndose en una versión distinta de nosotras mismas. Y eso, aunque puede ser precioso, también resulta complicado.
Los caminos se desalinean, una tiene unos problemas y otra otros; una madura en unos aspectos que la otra todavía no, y así un sinfín de razones y motivos. Uno de los más fáciles, sin embargo, es que muchas veces durante la juventud tenemos unas amigas con la que nos unen unas actividades e intereses que, más adelante, ya no nos interesan. Porque hemos cambiado. Porque la vida cambia, y el contexto emocional, vital, profesional, familiar… no siempre acompaña.
La amistad, a veces, simplemente se cae porque no tenemos nada en común y no trabajamos en tenerlo, en crear ese espacio de confidencias y apoyo. Seguramente nunca lo tuvimos, pero el grupo hizo lo que hacen los grupos: tapar esas individualidades. Entonces nos alejamos no por falta de amor, sino por falta de sincronía, o de interés, por qué no decirlo. Personas que antes mantenías porque sí, porque tocaba, porque habían estado siempre, etc.; ahora ya simplemente tomas la decisión de no hacerlo.
A día de hoy me pasa que, en este proceso mío de cambio, las relaciones banales han pasado a un segundo plano para mí. No me apetece hacer esfuerzos porque sí, ni quedar para no hablar de verdad, no compartir, y solo pasar el rato. Y me pasa que no con todas mis amigas que antes tenía una sincronía sigo encontrándola ahora, también porque con algunas nunca la tuve.
Ojo: esto no tiene que ver con la situación vital que tengamos cada una, porque sí encuentro sincronía con algunas de mis amigas casadas, con hijos y con una vida totalmente diferente a la mía. Será, quizá, porque de esas tres piezas se siguen manteniendo la 2 y la 3; apoyo e intimidad. De base: no se tiene nada en común, y da igual la 1, la 2 y la 3. Y está bien decir adiós, o dejarlo morir.
Nada es para siempre: tampoco la amistad
Memento Mori: «Recuerda que morirás». Pero se nos olvida, y no me refiero solo a que se muera nuestro cuerpo físico, me refiero también a que todo en esta vida muere o se transforma. Con las amistades pasa lo mismo, pero dependiendo de la amistad, con unas se encuentra la forma de transformar la amistad, de encontrar nuevas fórmulas de evolucionarla, de mantenerse y aportarse, y con otras no.
Personas que durante X tiempo fueron tus amigas, que os unió una actividad concreta, una situación, una forma de vida, etc., pero que con el paso del tiempo la amistad se cae por su propio peso. A veces no pasa nada, no se puede culpar a nadie de esa ruptura. Otras, sin embargo, para alguna de las dos partes duele más que para la otra. Porque cuando la amistad se rompe duele igual que una ruptura amorosa.
La escritora Dani Shapiro decía que "no todas las personas están destinadas a acompañarnos todo el camino, pero algunas sí lo están por un tramo que es clave para llegar a donde estamos”. Me ha costado mucho entender esto, al igual que no todas las amigas tienen el mismo papel en tu vida, ni tú en la suya; y a veces tu papel no te gusta o no es el que esperabas. Sin embargo, intento verlo con compasión y dejar de juzgar tanto, tanto a mí como a ellas.
Porque la amistad entre mujeres adultas no se parece en nada a la que teníamos a los quince o a los veinte, tampoco a los treinta para las que maduramos tarde. Y está bien, pero en mi caso, a los cuarenta quiero amistades más profundas, más conscientes, alineadas… pero para eso, hay que elegirlas, y no siempre la elección va a gustar a todo el mundo. Unas veces serán ellas quienes ya no te elijan a ti, y otras veces tú estás en tu derecho de no elegirlas a ellas.
Aunque duela, aunque dé pena, a veces hay que dejar marchar a algunas amistades que ya no pertenecen a tu momento vital para dejar espacio a nuevas amistades. Esas que llegan más tarde, cuando ya no tenemos tiempo ni ganas de fingir. Esas que nacen desde otra autenticidad, desde la vulnerabilidad, desde esa versión nuestra que ya no busca encajar, sino conectar.
Me doy cuenta de que este post, a nivel periodístico —me puede la deformación personal—, es un desastre. Empecé con una estructura y he terminado un poco volcando ideas sin demasiado orden, pero ya avisé al inicio: no tengo respuestas. Lo que tengo son preguntas y ganas de entender, de seguir aprendiendo, de continuar mejorando mis relaciones, de despedir las pasadas sin críticas, ni juicios negativos.
Ojalá resuenen contigo todas estas reflexiones. Gracias por leer hasta aquí ♥️. Si tienes algo que compartir sobre esto, me encantará leerte en los comentarios o incluso en privado. Quizás, entre todas, podamos nombrar lo que nos pasa. Y cuidar mejor lo que aún tenemos.
PD: Me da la sensación de que este no será el primero y último post sobre este tema, porque ahora que lo termino, veo que me siguen quedando demasiadas cosas sobre las que escribir al respecto 😅.
Actualizo este post a día 11 de junio para añadir —sin su permiso, pero me arriesgo 😅— este audio de la gran
sobre por qué no recomienda tener una mejor amiga después de los 30 👇🏽. Ella mete ciencia, y además tiene una gran voz, ¡escúchenla!
Muy interesantes estas reflexiones en voz alta.
Yo también, sin ser jardinera, he dedicado tiempo y energía a "cultivar" la amistad con tres mujeres que empezó en la adolescencia y que hemos mantenido a lo largo de más de 60 años. Hemos superado bodas, viudeces, hijos, nietos, enfermedades y nos hemos mantenido unidas a pesar de todo.
Pero tengo que decir que con la vejez, las cosas se complican. Un día hablé en un post del duelo por la pérdida de estas amistades que, aunque no han fallecido, en realidad siento que las he perdido, en vida.
Es una experiencia nueva para mí. Tolerar la muerte en vida siempre me ha resultado difícil!
Ha resonado muchos en mi tu post, quizás principalmente porque siento que estoy atravesando por esa situación. Creo que como mujeres es más complicado el aceptar que tus amigas, con las que creías que pasarían toda una vida juntas, ya no están tan presentes o alineadas contigo; porque uno ve en las series, libros, redes sociales etc, que si no es así, es porque tú estás haciendo algo mal, cuando al contrario, todos esos factores que mencionas y más son los que llevan a descuidar una amistad, más si es de añooos, porque la damos por sentado.
Espero haber aportado un poquito de mi perspectiva, sigo en esa fase de duelo con mis amistades, me voy con más preguntas que respuestas; sin embargo, sé que si puedo soltar es poder encontrar unas nuevas amistades en este momento crucial de mi vida. Gracias por la reflexión, quedo atenta a los próximos que vengan✨